TINSA. Un mes de escritura 24.

   


 

Tinsa era la ciudad de los objetos olvidados. Hogares como estanterías. Cada piso de cada edificio contenía su habitante.


Un ojo de vidrio,

calcetines desparejados,

una botella de whisky,

flores mustias,

una cama vacía,

la luna entristecida,

vasos gastados,

ordenadores de piedra,

corazones rotos.


Cada habitante irradiaba una luz,

los que flotaban emitían sombra,

y las sombras llamaban a un agujero

al que llamaban la Grieta.


Si algunos conseguían cobrar vida,

huían por ella,

nunca volvían.


Un par de zapatos,

un libro de suspense,

una vela aromática,

y yo.


Yo también fui olvidada,

y también hui.


Al menos ahora,

en el bosque blanco,

respiro.


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