EL CAU 237. Un mes de escritura 30


Fuimos a un rincón en Barcelona. Una madriguera luminosa escondida en el trajín gris de la ciudad, abierta al trajín alegre de la infancia. Una pared de madera fuerte y clara, llena de túneles, pasadizos y toboganes mágicos que te trasladan a otros lugares, principalmente mágicos, principalmente extraordinarios.

Juegos pequeños que no son juegos, sino objetos sin normas ni instrucciones. Telas, recipientes, disfraces, cajas, bloques, botes. Un lugar para el juego libre, para la libertad, para la imaginación. Fue un respiro ligero antes de la vuelta al cole, de la vuelta al mercado laboral, de la vuelta a la rutina.

En cuatro años ese hueco en medio del gris nos ha recibido con la magia y la sonrisa abiertas varias veces. Y no nos hemos metido nunca dos veces en la misma madriguera.

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