CUERPOS. Un mes de escritura 16.

Una ráfaga anecdótica me levanta de mi existencia estática y ardiente. Estamos en un infierno y este año casi no me he movido de mi sitio. Casi tan fina como las veladuras de Da Vinci, apenas difumino los desnudos de esta habitación. Las noches hervidas de sudor en el colchón y casi sin dormir se están sucediendo una tras otra. Al otro lado, mis vecinos, los gatos, cuentan sus últimos asesinatos de pájaros, ratones y, quizás, conejos. En la ventana de al lado está el pequeño preparando su próximo viaje, se va para no volver. El mediano se acerca a la mía y le echa un sutil vistazo. El pellizco en el corazón casi no lo nota. Lejos quedan las vueltas al mundo dadas corriendo entre hibiscos en este jardín, las zambullidas en la piscina, los cuentos de su madre, las batallas de su padre. Pronto dejaré de esconder cuerpos, ya no habrá casa que proteger, ni desnudos que cubrir.



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